La tercera visita del trío inglés Placebo a la Argentina (ya habían tocado en 2005 y 2007) fue quizás la mejor hasta hoy. El cambio de escenario, de GEBA al Microestadio Malvinas Argentinas, terminó jugando a favor, ya que se pudo ver de más cerca y escuchar mejor a los músicos. Quienes seguramente no habrán estado tan contentos son los que habían pagado por una platea preferencial, ya que eran tres escaloncitos sin ninguna diferencia con el campo.
El show tuvo un comienzo fallido por un problema de tensión. Brian Molko y compañía debieron retirarse y volver cinco minutos después a escena. Los esperaban impacientes unos 6 mil fans que no alcanzaron a llenar el estadio de La Paternal. La mayoría del público estaba compuesta por chicos darkies muy jóvenes, en su mayoría adolescentes.
El recital estuvo dividido en partes iguales entre canciones de su quinto disco, el luminoso Battle for The Sun, que se aleja un poco de la oscuridad de los álbumes anteriores, y viejos hits. Placebo abrió el show con tres temas nuevos: "For What It's Worth", "Ashtray Heart" y "Battle For The Sun". Tras la primera canción, el cantante presentó al grupo en perfecto castellano: "Muchas gracias, chicos y chicas, hermanos y hermanas, pendejos y pendejas. Yo soy Brian Molko y el nombre de mi banda es Placebo".
Los tres miembros del grupo (el pequeño y andrógino Brian, el gigantesco bajista Stefan Olsdal y el ya no tan nuevo y muy destacado baterista Steve Forrest) y los músicos que los acompañaban estaban vestidos de blanco y negro. También eran en blanco y negro la mayoría de las imágenes que se proyectaban en la pantalla al fondo del escenario.
"Si alguno consume drogas, está canción es para ustedes", dedicó Molko antes de tocar "Julien", otro tema del nuevo disco. Las canciones más festejadas, sin embargo, fueron los viejos hits "Every You, Every Me", "Special K" y "The Bitter End".
Salvo alguna balada, todo el recital tuvo una intensidad muy alta, que terminó de detonar con la acertada elección de los bises: "Trigger Happy", "Infra-Red" y "Taste In Men". A pesar de que fue la segunda canción que tocaron, a la salida fue imposible sacarse de la cabeza el curioso estribillo en castellano de "Ashtray Heart": "Cenicero, cenicero, ¡Mi corazón de cenicero!". Es hora de que las hinchadas del fútbol argentino se pongan las pilas y hagan una adaptación. Seguro que queda bien.
Por Víctor Pombinho
/rollingstone.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario